29 de mayo de 2011

¿ALÓ?



¡Mamá me robaron el celular! Se ha vuelto costumbre desde que vivo en Bogotá –ya hace 4 años- telefonear a mi madre para comunicarle que nuevamente he sido víctima de inescrupulosos que con un cuchillo de cocina a veces con olores nauseabundos, con pistolas –quizás de juguete- con la táctica infalible de la intimidación, ó de la ligera burundanga ó cualquier utensilio corta punzante del hogar me hurtaron el móvil. Estos vándalos se acercan con una pose de malos a lanzar frases como estas:

-El celular o la vida mano.
-No se haga hacer daño mono.
-Qué se va a pegar de un aparato.

Robar celulares en Colombia es un negocio rentable. Las cifras de celulares raptados por año en el país bordean los tres millones como lo refiere Asocel en sus investigaciones, siendo el “blackberry” el más apetecido. Gran cantidad de estos van a parar a países fronterizos dónde se hace intercambio. ¿Por qué? Los celulares reportados como robados en Ecuador por ejemplo, aquí pueden activarse y viceversa.

Aparece ahora la ley que hará que un celular reportado como robado no tenga utilidad NUNCA más, es decir, ni porque lo coja el ingeniero más teso o el desocupado que conoce todas las técnicas en internet van a poder darle más vida útil a esos aparatos.

La propuesta se suma a medidas que se están buscando para que los ladrones cojan escarmiento y paguen penas severas, y no unas cuantas horas detenidos. ¡Que viva el terror! ¡Que viva el miedo! Desde tiempos remotos la sanción acusando el miedo de la gente.

Después de tantas cuentas alegres me quedan algunas dudas: Si ya el pabellón de parapolítica está en hacinamiento; con tanto detenido que tendría que pagar aproximadamente 6 meses de prisión por hurto gracias a la nueva ley de “pequeñas causas” ¿nos tocaría crear cárceles especializadas para este delito?

Me pregunto qué se pondrán a hacer los “comerciantes” del centro ahora. El negocio que se armaron en plena calle 13 desde abajo de transmilenio y que ya estaba bordeando la carrera séptima se desborona. Pero es que poner en la balanza trabajo informal y al lado vidas humanas que se pierden por robos a mano armada en las calles de Bogotá no tiene sentido.

Y me queda duda frente al empleo. Juan Manuel Santos pretende bajar el desempleo a un dígito. La suma de desocupados gracias a esta ley va a ser significativa. Si bien es cierto que en Bogotá la venta de equipos robados es evidente en el centro, en cada barrio, sector, localidad hay puesticos que ofrecen “abrir bandas”, activar un equipo, puestos donde todo es de segunda. ¿Qué tanto puede afectar esto las pretensiones del presidente?

Y una más: no digo que la ley sea negativa, pero todos sabemos que el problema de raíz no es ese. El problema es y será la educación y las oportunidades. Los que roban o venden celulares de segunda hacen parte de un grupo no tan selecto, más bien grande, de colombianos sin acceso a formación universitaria o empleo digno. ¿Cuándo habrá leyes que permitan que la formación no pertenezca a una élite y si al pueblo entero? Creo que ahí nos evitaríamos tanta gente en las cárceles y tendríamos más personas buscando el progreso del país.

¡Bueno! Por fin podré decirle al ladrón: Viejo, déjeme la Simcard y de pasada el “coco” que para nada le sirve. A veces, como ahora el aviso “sistema correo de voz” nos come minutos,  a veces vidas humanas. Esperemos que estos timbrazos que se hacen tengan eco en la ciudadanía y haya cambios estructurales, esperemos no nos devuelvan la llamada con un golpe de astucia.

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