Todo es perfecto cuando te veo, un poco de lejos, con miedo y amor. Te llevo a mis sueños, donde juegas libremente conmigo, donde te escabulles, donde sonríes exclusivamente para mí. Completamente alerta a tu voz y a tu cuerpo encuentro una vibración sobrenatural, una chuzada delirante en mi corazón que me posibilita necesitarte y extrañarte.
Alucino con un poco de tu boca, con la humedad de tu cuerpo, con el aroma de tu vida. El silencio me atormenta, me enloquece, me marchita. Pero prefiero el sufrimiento en la condena de tu presencia que la verdad dicha en la lejanía de tu indiferencia.
Quisiera sentir tus manos en las mías, tu pecho encajando en el mío, cada sonrisa tuya robando una mía. No eres solo tiempo transcurrido, eres algo mas que lo vivido, tiempo presente, espacio y momento. Eres mi alimento para seguir.
No podría decir que sea ridículo, o tal vez sí. Cómo no decir que este juego donde logro tenerte en un noviazgo de ficción, como cuando de niños teníamos compañía imaginada, o esa necesidad de verte solo para revivir entre los muertos, para subir a un cráter lunar y ver por horas un planeta declinar. No quiero pensar más en ti, quiero morir para siempre, quiero irme y dejarte. ¡No!, no es cierto. Solo quiero mirarte a los ojos, sentir tu respiración en mi cara y decirte entre un temblor casi obvio –te, te, te quiero, no puedo vivir sin ti, no me muero por tenerte, solo estoy muerto en vida-
No son muchas las palabras que necesitamos para confesarnos, pero si fueran más, el cuerpo y el alma no lo resistirían. Si estas fueran más añadiría: –quiero de tu sexo, necesito de tu espíritu, quiero mutar contigo, convertirnos en un solo ser enamorado, quiero apostar que perderás, que perderás el dolor, la soledad, la tristeza... porque solo necesito tiempo para hacerte la persona más feliz, la más amada-
Soy un tanto torpe, un tanto ingenuo, la verdad nada especial, un cualquiera en un mundo cualquiera. Lo único que me hace sobrenatural y verdaderamente extraño es amarte en mi refugio, en mi fantasía, en mi necesidad de ti. Quererte no es un suceso, un surgir, un momento, es la condición de mi existencia.